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5 de mayo de 2008

30 euros cada mes

Eres joven y te sobran millones. Hazte donante de semen . Son algunos de los eslóganes que utilizan las clínicas de reproducción asistida para hacer frente a la carencia de donantes. Mensajes como éstos pueden encontrarse en los tablones de anuncios de las grandes universidades de Madrid, Barcelona o Valencia, también en Asturias. Cada donante recibe, en concepto de gratificación, 600 euros. Es el precio de 20 eyaculaciones a 30 euros cada una.
Las clínicas de reproducción asistida mantienen las muestras congeladas hasta lograr seis embarazos por donante. Es el máximo que permite la ley española sobre técnicas de reproducción asistida. La norma, promulgada en 1988, recogía ya la necesidad de crear un registro que censara a los donantes. Hasta ahora, sin embargo, no se ha hecho. Carlos García Ochoa, andrólogo del Centro de Fertilización In Vitro de Asturias(Cefiva), reconoce que es una necesidad largamente reclamada por las clínicas especializadas en reproducción humana. Y es que, en ausencia de un registro, el problema reside en saber si se controla o no el máximo de seis nacimientos por donante que permite la ley.
Una gratificación de 600 euros puede tentar a algunos jóvenes a convertirse en donantes profesionales. García Ochoa reconoce que el riesgo es cierto. "El profesional de la donación puede darse en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, pero no en Asturias", subraya. La existencia de solo dos centros privados en Asturias -- ambos de Cefiva -- evita la tentación de algunos jóvenes de ir de gira por las distintas clínicas de su ciudad. "Tampoco les compensa trasladarse de una ciudad a otra para donar", añade García Ochoa.
La gratificación económica para los donantes, un tema controvertido, es defendida, sin embargo, por las clínicas de reproducción asistida. El andrólogo de Cefiva reconoce que, si no se abonaran los 600 euros, prácticamente no habría donantes. "Estoy seguro de que la mayoría viene por el dinero", manifiesta. El perfil del donante de semen en España es bien conocido. Son jóvenes, universitarios, de no más de 35 años. Algunos de ellos son también donantes de sangre o de órganos y acuden por solidaridad. Los más prefieren el dinero. En Europa, sin embargo, no siempre se cumplen estos parámetros. García Ochoa cita, por ejemplo, el caso francés. En el país vecino, se exige a los donantes haber sido previamente padres; es decir, haber demostrado su fertilidad.
En ausencia de un registro nacional, sólo la buena fe impide que un donante no tenga infinitos hijos. De nuevo aquí, el tema resulta controvertido. España optó por reducir a seis el máximo de nacimientos. Cefiva, logrado el objetivo, descongela las muestras. Otras clínicas privadas, sin embargo, remiten el esperma congelado a Dinamarca que, a su vez, puede enviarlas a distintos países europeos. En las naciones de nuestro entorno, se permite entre 10 y 25 niños por donante porque lo que limitan no es el número de nacidos, sino de unidades familiares. EEUU, también en esto, marca récords. El imperio autoriza que nazcan por donante 25 niños por cada 800.000 habitantes.



Fuente: La Voz de Asturias

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